Grupo Galilea – 14 de noviembre de 2023
Los incendios con baterías de iones de litio han sido ampliamente documentados debido a su rápida propagación y dificultad para extinguirlos. La situación se complica aún más con la liberación de productos de combustión altamente tóxicos que ponen en riesgo la salud y el bienestar de las personas expuestas a los gases.
A pesar de los esfuerzos por tomar medidas preventivas, la verdad es que si se presenta una falla interna de la batería, el tiempo entre la ignición y la liberación de vapor tóxico es sumamente reducido: hablamos de segundos. Este fenómeno se conoce como fuga térmica, y puede ser letal.
No tomemos a la ligera los posibles efectos tóxicos que estos incendios pueden tener, incluso en concentraciones bajas. En conclusión, debe incrementarse la concientización al respecto y tomar medidas preventivas para evitar consecuencias devastadoras.
Frecuentemente se libera espectacularmente una cantidad de energía en forma de calor y gases tóxicos.
Neil Dalus, miembro del “TT Club” en Londres, explica los peligros: “En un incidente de fuga térmica de una batería de litio, las investigaciones han demostrado que se pueden generar cantidades significativas de vapor por kilovatio hora”. En muchos casos comunes de la cadena de suministro, como almacenes de barcos, es probable que estas nubes de vapor se acumulen e incluso cuando estas se dispersen, los posibles efectos tóxicos pueden ocurrir en concentraciones bajas.
Los conductores, estibadores, tripulaciones de barcos y socorristas que controlan los incendios se enfrentan a lo que parece ser humo, pero en realidad es una combinación de gases tóxicos, generados rápidamente y en grandes cantidades. Dichos gases, al ser liberados en la atmósfera, se comportan de manera diferente al humo y a menudo se asientan a nivel del suelo debido a su densidad. Dalus destaca: “Tradicionalmente, cuando se trata de incendios y humo, uno permanece agacharse para evitar la inhalación, pero en el caso de incendios de baterías de litio, probablemente esto no sea suficiente”.
La toxicidad de los gases emitidos por las baterías de iones de litio no es un tema para subestimar. Son venenosos, altamente combustibles, o ambas cosas a la vez. Estos gases pueden contener elementos como fluoruro de hidrógeno, cloruro de hidrógeno, cianuro de hidrógeno, monóxido de carbono, dióxido de azufre y metano, lo cual los hace peligrosos para la salud humana.
El contenido de hidrógeno de los gases liberados puede generar riesgos de explosión de nubes de vapor, que pueden tener un gran impacto en cualquier área circundante. Pero hay un componente particularmente problemático; el fluoruro de hidrógeno (HF).
Aunque el HF se dispersaría ya que es más liviano que el aire, puede formar una nube de vapor más pesada que el aire. Cuando esta nube se inhala o entra en contacto con la piel, puede causar quemaduras y daño pulmonar. Los efectos pueden tardar (horas o semanas) en hacerse notar.
El cuerpo absorberá rápidamente el HF, agotando los niveles vitales de calcio y magnesio, lo que puede conducir a efectos sistémicos graves e incluso mortales. En resumen, la toxicidad de los gases emitidos por las baterías de iones de litio es una amenaza real que no podemos ignorar.
El contenido de hidrógeno en los gases liberados puede crear una bomba de tiempo en forma de nubes de vapor explosivas que tienen el potencial de causar un gran daño.
Para abordar estos riesgos, TT propone una serie de medidas que ayudarán a mitigar los peligros. Comenzar evaluando el riesgo de incendio es un buen punto de partida, teniendo en cuenta los riesgos específicos que presentan las baterías de iones de litio. A partir de ahí, las medidas para mitigar los riesgos podrían incluir el uso de aparatos de respiración autónomos de cara completa certificados, botas resistentes a productos químicos y otros equipos de protección, así como duchas para la descontaminación posterior a la respuesta.
Es importante tener en cuenta la estrategia de posicionamiento de los equipos contra incendios. Además, la detección temprana de un incidente de este tipo es fundamental para gestionar la respuesta y evitar catástrofes mayores; en este sentido, las cámaras y las imágenes térmicas podrían ser muy útiles para una respuesta oportuna.
Sin embargo, no basta con controlar el incidente: una vez que se logra, los peligros pueden persistir. Por este motivo, es importante realizar evaluaciones rigurosas de los riesgos, incluso cuando la carga se almacena en almacenes.
No hay que tomar a la ligera estos riesgos, pero con una planificación rigurosa y medidas adecuadas, podemos reducir considerablemente el peligro potencial de explosiones de nubes de vapor.
Sin embargo, como bien señala Dalus: “Ante la peligrosidad inherente del vapor, si alguna de las medidas de mitigación no ha sido aplicada, lo mejor es evacuar la zona y dejar la intervención en manos de los servicios de emergencia, teniendo el cuidado de comunicar adecuadamente los riesgos conocidos”.
Además, es importante considerar el lugar del incidente tras su resolución. Los gases generados pueden dejar depósitos tóxicos en las superficies y en el aire, de manera que los peligros persisten aunque el incidente haya sido controlado.
El mundo del seguro tiene una nueva misión de evaluar estos riesgos y generar coberturas acorde a la problemática mencionada anteriormente por parte de las baterías de litio.